.
. Supongo que debería comenzar por el principio.
. Mis primeros recuerdos se situan a bordo del "Piedad de Theus"; sus
paredes de madera húmeda eran mi casa, las maromas y mástiles de
cubierta eran mi jardín y sus alegres tripulantes eran mi familia.
. El Señor Jiggs me dijo que me llevó al barco mi padre, un marino que
llevaba varios años a bordo del "Piedad de Theus" y respondía al nombre
de Ricardo de Cortés; cuando me subió a bordo dijo que mi madre había
muerto de mal de fiebres y no tenía otra família que me cuidara.
. Apenas un año más tarde, mi padre sufrió un accidente durante una
travesía y murió, el resto de la tripulación discutió acerca de que
hacer con un niño de tres años y, al final, decidieron cuidarme hasta
encontrar a otro a quien encasquetarle el muerto.
. El Señor Jiggs se reía cuando me contaba cómo fueron mis primeros
años de vida; el Señor Jiggs era el contramaestre del barco, un
Avalonés delgado, muy rubio y curtido por el sol, el viento y la sal.
Resulta difícil imaginárselo cambiando pañales o dándole de comer a un
niño díscolo que odia el pescado, pero hizo de padre para mí más que
cualquier otro miembro de la tripulación.
. Ah, el "Piedad de Theus"... era un barco mercante que recorría la
ruta comercial desde la finca Gallegos hasta Vodacce. Aunque viajaba
bajo bandera Castellana, su tripulación era una amalgama de todas las
razas de Thea; los Castellanos se mezclaban con Vodaccios, Montaigneses
y Eisenos, había gente tanto de Avalon como de Inishmore y las Marcas
Altas, Vendelios trabajando codo con codo junto a Vesten, incluso había
un Ussuro y un par de Lunares trabajando alli. El Capitán Sandaño había
conseguido crear una tripulación eficiente a pesar de las diferencias
culturales entre los marinos. Consiguió que todo el mundo trabajara
unido y dejara atrás sus diferencias por el bien comun... el dinero.
. Los marinos me cuidaron como pudieron, enseñándome lo que sabían
hacer; de pequeño aprendí a mantener el equilibrio cuando los
temporales agitaban la nave, a moverme libremente entre los mástiles y
las velas, a hacer nudos y a manejar los aparejos del barco, aprendí
cómo funcionan los barcos, a mantenerlos, a repararlos... de niño no
conocía nada más que el barco y la vida de marino.
. Contaba siete años cuando recogimos un nuevo tripulante en la finca
Gallegos.Por aquel entonces Esteban tenía quince años y era la primera
vez que subía a un barco, así que le hicieron grumete y me asignaron a
mi para que le enseñara lo necesario. Era un chico delgado, de cuerpo
fuerte y manos hábiles que no tardó en manejarse con soltura en el
barco. Recuerdo que aunque yo era bastante más pequeño que él, no le
molestaba que le enseñara. Por otro lado a mi aquel chico me fascinaba;
tenía una espada de esgrima, muy diferente a los alfanjes y cuchillos
que son más comunes entre los marinos, y practicaba con ella todos los
días. Le encantaba la esgrima y me maravillaba con historias de
aventuras y espadachines. Fué él quien encendió en mí la pasión por la
espada, y probablemente fueron sus historias las que despertaron mis
ansias de aventura y me llevaron por sitios que jamás me habría
imaginado.
. Cierto día Esteban me ofreció una clase de esgrima. Tras unas semanas
en el barco nos habíamos hecho amigos y ya era para mí como un hermano
mayor. "Ya que tu me enseñas el oficio de marino yo te enseñaré a
blandir una espada" dijo.
. Nunca olvidaré la primera vez que empuñé una espada; cuando mis dedos
se cerraron entorno a la empuñadura sentí una sensación muy extraña.
Por aquel entonces era demasiado pequeño como para entenderlo, es la
misma sensación que tienes cuando sientes que las cosas van como tienen
que ir, cuando casi puedes adivinar lo que va a pasar, y todo lo que
pasa a tu alrededor encaja y tiene sentido de repente. Es una sensación
de "esto ya lo he vivido", los montaigneses lo llaman "dejá vu" y es la
misma sensación que sigo teniendo cada vez que empuño una espada. La
primera vez fué, simplemente, más confusa. Luego la magia se rompió, y
la espada se convirtió en un pedazo de metal sorprendentemente pesado.
. Mi primera clase de esgrima fué a bordo del "Piedad de Theus"
y, ante toda la tripulación, di mi primer paso para convertirme en lo
que soy ahora. Creo que Esteban vió algo en la expresión de mi cara,
porque tras aquella primera clase vinieron más y nuestro vínculo se
hizo más estrecho y complejo. Todos los días encontraba tiempo para
enseñarme esgrima, y al mismo tiempo absorvía todo lo que yo le
enseñaba sobre barcos y mar.
. Finalmente llegamos a Altamira, el destino de Esteban. Aquél día
lloré como no había hecho nunca, creyendo que nos separaríamos para
siempre; pero Esteban tenía otras intenciones.
. Habló con su abuelo, Sebastian Ortiz, y lo convenció para que me tomaran como mozo
en su finca. El "Piedad de Theus" estaba a punto de zarpar cuando me
ofreció quedarme en Altamira con su família. Yo había pasado toda mi
vida en el barco, pero no me costó decidirme: me despedí de la
tripulación del "Piedad de Theus" y me quedé en Altamira.
. Sebastian Ortiz era el patriarca de una prospera familia Terrateniente de la finca
Soldano; se trataba de un anciano irascible que había sido soldado en
su juventud, y pensaba que un hombre debía ser capaz de proteger a su
familia. Era un poco hosco y decía que solo respetaba a los hombres
fuertes, pero se notaba que tenía mucho cariño a su familia,
especialmente a su única hija.
. La hija de Sebastian Ortiz se llamaba Noelia Romero y era una
mujer esplendida, se conservaba estupendamente y era obvio que ella y
su marido se amaban intensamente; era muy enérgica, inteligente y
manejaba a su antojo a cualquier otro miembro de la familia, ya fuese
su padre, su esposo o cualquiera de sus hijos.
. El esposo de Noelia Romero se llamaba Alfonso Gimenez y era un hombre
tranquilo, ayudaba a su esposa a administrar
la finca de su suegro, y nunca logré adivinar el origen del respeto que
Sebastian Ortiz le profesaba; eso si, era un gran bailarín.
. El hijo mayor de Alfonso Gimenez y Noelia Romero
se llamaba Antonio Romero y era un hombre grueso; era un buen hombre, pero
resultaba un poco frío con los criados, entre los que me incluía.
. Rosita Romero
era la segunda hija de Alfonso Gimenez y Noelia Romero; era una joven bastante bonita, y tenía
una larga lista de pretendientes a los que disfrutaba atormentando.
. Esteban era el tercer hijo, y pronto me di cuenta de que su relación
con Antonio era tensa, pues aunque Esteban no tenía el menor interés en el
tema lo cierto era que su carácter era más del agrado de su abuelo que
el carácter de Antonio Romero, y a todos les parecía obvio que Sebastian Ortiz prefería dejar
su herencia en manos de Esteban.
. Mi vida allí era un poco extraña.
. Por un lado yo era un criado en la casa; me hacían trabajar casi de
cualquier cosa, y llegué a tener la sensación de que había cambiado mi
puesto de grumete de barco por el de grumete de casa. En aquella casa
cociné, limpié y arreglé, mi trabajo era hacer lo que me decían, y me
hacían trabajar.
. Pero la verdad es que comparado con la vida en un barco, en la que
prácticamente estaba de servicio la 24 horas para lo que hiciera falta,
era un trabajo relajado. Tenía varias horas libres todos los días, y
un día libre cada dos dias de trabajo, así que empecé a disfrutar de
una vida que no conocía. Todos los días practiaba con Esteban cuando
volvía de la universidad, y los días libres los dedicaba a pasear o
entrenar solo.
. Pasaron así dos años. Yo trabajaba mientras Esteban estudiaba, luego
entrenábamos y al acabar continuaba con mis tareas o descansaba.
Esteban iva bastante a la iglesia, pero eso no iva conmigo. Tambien
salía a menudo por ahí a beber o a visitar tabernas (o mujeres).
. Pero el carácter de Esteban se iva haciendo poco a poco más hosco. Yo
lo notaba, y creo que alguien más en su familia también, no solo por
que se metiera en peleas, sino porque en lineas generales se iva
volviendo más frío, más hermético con todos, y me pareció que
especialmente conmigo.
. Finalmente, un día se despidió de todo el mundo, se enroló en un
barco y se marchó.
. Me sentí fatal cuando se fué. Yo había renunciado a mi vida en el
"Piedad de Theus" para aprender esgrima con él, y él se marchó sin
darme explicaciones, simplemente dijo que se ahogaba y se largó.
. Yo no sabía qué hacer, ya no tenía a nadie con quien practicar, y mi
tiempo libre se convirtió en una carga; horas muertas en las que no
tenía nada que hacer.
. El Señor Alfonso Gimenez se encargó de mí. Tanto él como Sebastian Ortiz habían sido a menudo
espectadores durante nuestras sesiones de entrenamiento. Al Señor Ortiz le
agradaba mi afición a la espada, pero creo que a Alfonso Gimenez le interesaba más
la relación que yo tenía con su hijo.
. Un mes después de la partida de Esteban, empezaron a tratarme de otra
forma. Me matricularon en la escuela y me buscaron un profesor de
esgrima; me liberaron de la mayor parte de mis obligaciones y casi
entré a formar parte de la família.
. De esta forma pasaron 4 años, mi profesor de esgrima me decía que
tenía mucho talento para mi corta edad, y un sentimiento de orgullo
arraigó en mí. Entré en la universidad y empecé a estudiar.
. Fué entonces cuando Esteban volvió. Lo último que habíamos sabido de
él era que se había enrolado en el ejército y había participado en
varias batallas, y que había desaparecido durante el transcurso de una.
Nadie le esperaba, por lo que cuando apareció en la casa fué una
sorpresa para todos y se armó un gran revuelo. Estaba cambiado, más
alto, más curtido, con nuevas cicatrices y le faltaba una falange del
meñique derecho. Apenas pasó por casa le desafié a un combate para
demostrarle mis progresos. Aquella pelea fué la más dura de mi vida. No
encontraba forma de atravesar su defensa, y yo apenas podía evitar sus
ataques. El duelo no fué corto, me acertó en algunas ocasiones, y yo no
logré alcanzarle en ninguna. En el último embite burló mi defensa y me
dejó una herida en la mejilla derecha... aun tengo esa cicatriz.
. No me malinterpreteis, yo nunca había ganado a Esteban, pero estaba
muy enfadado con él por haberse ido, y estaba convencido de que el
intenso entrenamiento al que me había sometido durante su ausencia
me habían hecho mejorar lo suficiente. No fué así, y aquella derrota
fué un duro golpe para mi orgullo. Mientras Esteban navegaba yo había
estado entrenado muy duro, pero nada había cambiado.
. Esteban no dijo ni una palabra, envainó su espada y se dió media
vuelta para marcharse. Hacía varias horas que había regresado y aún no
me había dirigido ninguna palabra cordial, esa frialdad me dolía más
que el corte de la cara. Mientras salía le espeté: "Algún día te
derrotaré, seré el mejor espadachín del mundo y mis hazañas formarán
parte de la historia. Te lo juro." Esteban se detuvo un momento, su
figura recortada claramente a la luz que entraba por la puerta me daba
la espalda. Estuvo unos segundos ahi, parado, sin volverse. "Ya
veremos" dijo. Salió por la puerta y me dejó solo, amargado y llorando
de rabia.
. Esa fué la última vez que le ví en una larga temporada. Después del
duelo Esteban volvió a marcharse. Me curaron la herida de la cara y
todo volvió a ser como antes de que viniera... con una excepción. Unos
días después del duelo entre Esteban y yo, El Señor Gimenez habló conmigo en
privado:
- Santi, hoy vi el duelo entre Esteban y tú.
- Entonces veríais cómo me ganó. - respondí, estaba frustrado de
verdad.
- No le resultó tan fácil como crees.
- Ni lo toqué, llevo 4 años entrenando sin parar y no ha servido de
nada.
- Mi hijo lleva practicando desde que tenía tu edad... mejoras muy
rápido, Santiago.
- Habeis visto la pelea, me ha llevado por donde ha querido, no ha
dejado que lo tocara... si hubiese sido un duelo en serio estaría
muerto.
- Entiendo que una derrota te haya sentado mal, pero tienes que
entender mejor a Esteban. Cuando te trajo aquí estaba entusiasmado
contigo. Dijo que aunque eras un niño pequeño aprendías muy rápido y
a él le encantaba tener a alguien con quien practicar. Para él eres
como un hermano pequeño al que enseñar y al que proteger, pero eso
también implica un orgullo de hermano mayor. Esteban es el menor de mis
hijos y nunca había sentido algo así, al principio practicar contigo
era lo que más le gustaba hacer. Me contó que en clase no se podía
concentrar pensando en vuestras prácticas. Pero llegó un día en que eso
mismo empezó a agobiarlo.
. "Tu mejorabas sin parar con mucha rapidez, mucho más rápido que él, y
empezó a sentir que pronto no podría contigo... Santiago, Esteban tiene
8 años más que tu. ¿tienes idea de lo que puede sentir un chaval de 17
años cuando piensa que un niño de 9 puede ganarle? Esteban empezó a
sentir que no avanzaba, tu mejorabas más y más y él empezaba a
necesitar esforzarse para ganarte, ¿como puede un hermano mayor dejar
que le gane su hermanito cuando aún es un niño?
- ¿Esteban se fué por mi culpa? - aquello me horrorizó - ¡Tendría que
habermelo dicho! ¡Esta es su casa, no la mía!
- No lo entiendes, Esteban no se fué para alejarse de tí. Santiago, no
puedes comparar el entrenamiento con la experiencia, Esteban se marchó
para aprender más, para mejorar. Para seguir enseñándote debe tener
algo que enseñarte. Pero eso no es todo. Esteban se marchó para correr
aventuras. Vosotros dos sois parecidos, os encantan las historias de
espadachines. ¿Tu no querrías correr aventuras también?
- Claro que sí, algún día seré el mejor espadachín.
- ¿Y no has visto su aspecto? Esteban ha hecho muchas cosas antes de
volver aquí, ha luchado al borde de la muerte, y se ha hecho más fuerte
desde que se fué... y aún así le ha costado ganarte.
- Entonces... ¿se ha vuelto a ir por mi culpa?
- Digamos que gracias a ti ha vuelto a marcharse de aventuras. Esteban
es muy orgulloso, y el juramento que le has hecho le ha calado hondo.
Puedes dar por sentado que la próxima vez que le encuentres será mucho
más fuerte.
. Los siguientes dos años pasaron muy rápidos. Yo estudiaba en la
Universidad por las mañanas, acudía a clases de esgrima por las tardes
y dedicaba los días libres a hacer tareas en casa. El señor Ortiz mostraba
interés por mis progresos, y le agradaba que me esforzara por volverme
más fuerte sin descuidar mi educación ni mis deberes.
. Finalmente un día el señor Ortiz me mandó con un mensaje para un
conocido suyo... ese viaje marcó el principio de mi nueva vida.